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Historia de nuestra casa

Historia de nuestra casa

Monseñor Ismael Perdomo llevó a cabo la construcción del edificio que el Seminario ocupa desde el año 1946

Monseñor Ismael Perdomo llevó a cabo la construcción del edificio que el Seminario ocupa desde el año 1946

RESEÑA HISTÓRICA DEL SEMINARIO CONCILIAR DE BOGOTÁ

Por: Rafael De Brigard Merchán, Pbro.

ORIGEN


El Seminario de Bogotá tiene su origen remoto en el Concilio de Trento (1545 -1563), el cual ordenó la fundación de instituciones con la misión específica de formar a los futuros sacerdotes de la Iglesia. Por esta razón, es decir, por obedecer al deseo de un concilio, el Seminario se llama Conciliar. Dice así el texto del Concilio a través del Decreto de la Sesión XXIII en su capítulo XVIII y que en general se refiere a la doctrina del sacramento del orden: “...establece el santo Concilio que todas las catedrales, metropolitanas e iglesias mayores, tuvieran la obligación de mantener, y educar religiosamente, e instruir en la disciplina eclesiástica, según las facultades y extensión de la diócesis, cierto número de jóvenes ... en un colegio situado cerca de las mismas iglesias, o en otro lugar oportuno a elección del Obispo ... de suerte que sea este colegio un plantel perenne de ministros de Dios”. La sesión que dictó este decreto tuvo lugar el 15 de julio de 1563.


FECHAS MÁS IMPORTANTES


Fue el arzobispo Fray Luis Zapata de Cárdenas quien tomó la iniciativa de fundar la institución para la formación del clero en Santa Fé de Bogotá y lo hace con el nombre de Seminario de San Luis. Esto sucede en el año 1581. Su duración no será mayor pues hubo de clausurarse en 
1586. Pero un gran paso se ha dado: 18 años después de promulgado el decreto “Cum adolescentium aetas” del Concilio de Trento, nació así el primer seminario conciliar de la Nueva Granada y también primer seminario conciliar de América.

Más tarde, el arzobispo Bartolomé Lobo Guerrero, decide abrir de nuevo el Seminario, pero lo pone bajo el patrocinio de San Bartolomé Apóstol, nombre que se conservará a lo largo de la historia, pero referido al colegio nacional. Fue en 1605 que este arzobispo erigió el nuevo seminario y delega la dirección del mismo en los padres de la Compañía de Jesús. Se destaca en este seminario la obligación que tenían los alumnos de aprender lengua indígena para su futuro desempeño pastoral.

En 1767 los Padres Jesuitas fueron expulsados de los dominios españoles y por tanto de la Nueva Granada y el Seminario pasa a manos del clero secular. En 1771 la Junta de Temporalidades une el Seminario al colegio máximo que tenían los jesuitas, lo cual, en la práctica, significó la absorción del Seminario por parte del colegio.

En 1794 el arzobispo Baltazar Jaime Martínez de Compañón fundó un “Colegio de Ordenandos”, bajo su propio patrocinio. Tres años más tarde, en 1797, murió el arzobispo y con él su obra. Después de este cierre, vienen las épocas de la lucha independentista en Colombia y de la reconquista española, por lo que no hubo manera de pensar en reabrir el Seminario, ni los medios para hacerlo.

Fernando Caycedo y Flórez, primero como vicario capitular y luego como arzobispo, propone al Congreso de la República un proyecto para la creación de un “Colegio de Ordenandos”. El Congreso aprueba la erección de la institución en 1823, le asigna locales y rentas, lo mismo que un reglamento interno. La ley expedida por el Congreso es aprobada y firmada por el General Francisco de Paula Santander, encargado del poder ejecutivo. El plan de estudios estaba sujeto a la aprobación del gobierno, lo cual trajo no pocas dificultades. En esta ocasión el Seminario fue puesto bajo el patrocinio de San José y se llamó Colegio de Ordenandos de San José. Inició tareas en 1823 y pudo funcionar así hasta el año 1838 cuando el gobierno vuelve a integrarlo con el colegio de San Bartolomé, siendo ya arzobispo para aquel entonces Monseñor Manuel José Mosquera.

El arzobispo Mosquera se propuso desde el inicio de su pontificado lograr la independencia del Seminario. Su propósito se vio concretado con un decreto del Congreso fechado el 21 de abril de 1840 por el cual se separaron el Seminario Conciliar de la Arquidiócesis de Bogotá y el Colegio Nacional de San Bartolomé. Logra el prelado, por tanto, que el Seminario tuviera local aparte y unos estatutos dados por el mismo arzobispo. Sin embargo, el Poder Ejecutivo, se reserva su aprobación, lo mismo que la aprobación del nombramiento del rector. Los estatutos del arzobispo Mosquera datan del 24 de agosto de 1840 y los componen 13 capítulos y 227 artículos. El Seminario reinició labores el 4 de octubre de 1840. En 1845, Monseñor Mosquera decide dividir el Seminario en Mayor y Menor. El primero queda en manos del clero secular y el segundo en manos de los jesuitas. Poco más tarde, en 1850, debido a la nueva expulsión de los jesuitas, hubo necesidad de reunificar Mayor y Menor. Se cierra esta etapa del Seminario a causa de dos acontecimientos. El primero, en 1851 el gobierno pide el edificio del Seminario para convertirlo en cuartel. El segundo, en 1852, el gobierno ordena de nuevo la unificación del Seminario y el Colegio de San Bartolomé. En 1855, el arzobispo Herrán decide abrir de nuevo el Seminario y efectivamente comienza a funcionar el 13 de enero de 1856. También decidió Monseñor Herrán la división del Seminario en Mayor y Menor. El Menor queda a cargo de los Padres Jesuitas quienes habían regresado al país en 1858. Debe, sin embargo, cerrarse el Seminario en 1861, al ser desterrado el arzobispo Herrán. 


Monseñor Herrán regresa y en 1865 reabre el Seminario con un número de 50 alumnos. En 1868 llega a la sede arzobispal de Bogotá Monseñor Vicente Arbeláez quien le da nuevos estatutos al Seminario y los firma el 14 de diciembre de 1868. Nombró este arzobispo como rector, en primer lugar, al Doctor Indalecio Barreto, quien más tarde sería su obispo auxiliar, pero con sede en los Llanos orientales. Después, en 1871, asumió la rectoría el padre Bernardo Herrera Restrepo, con apenas 27 años de edad y formado en San Sulpicio de París. Bajo su orientación el Seminario vio renovadas sus costumbres, mejorada su planta física y reformado su plan de estudios. En el año 1876 el gobierno pide el edificio para convertirlo en cárcel política.

Volvió a funcionar el Seminario en 1878, aunque en local diferente. Lo hizo en la casa donde murió el General Santander y después en el edificio del antiguo convento de La Enseñanza. Finalmente, en cuanto a instalaciones, el Seminario cede definitivamente su local al Colegio de San Bartolomé y el gobierno cede al Seminario el antiguo convento de los Agustinos Recoletos. En 1885 tuvo de nuevo una corta interrupción pues el gobierno pidió el edificio por cuestiones de guerra e instaló allí el Estado Mayor del Ejército de Reserva. Este mismo año, el rector, Monseñor Herrera, fue designado obispo de Medellín y asume la rectoría el doctor Joaquín Gómez Otero. Al retornar como arzobispo de Bogotá, Monseñor Herrera le da nuevos estatutos al Seminario. Quiso este prelado darle un nuevo local al Seminario e inició la construcción de un edificio que, aunque se utilizó, nunca fue posible llevarlo a su culminación definitiva y que está situado en la calle 11 con carrera tercera de Bogotá. En 1918, con ocasión de la publicación del Código de Derecho Canónico, se dieron nuevos estatutos para el Seminario en concordancia con la nueva legislación de la Iglesia.

En 1928, el a


En 1960, el cardenal arzobispo de Bogotá, Luis Concha Córdoba, encomendó la dirección del Seminario a los Padres de San Sulpicio y permanecieron en este servicio hasta 1980, cuando el cardenal Aníbal Muñoz Duque lo puso de nuevo en manos del clero de la Arquidiócesis. Fue esta la época en que se desarrolló el Concilio Vaticano II y que produjo notables cambios en las casas de formación sacerdotal y en la vivencia del sacerdocio dentro de la Iglesia. Fue, sin duda, una época de crisis. Los años posteriores al Concilio vieron un descenso notorio en el número de vocaciones en toda la Iglesia, lo mismo que el retiro de numerosos sacerdotes de su ministerio pastoral. El Seminario de Bogotá, fue adquiriendo en esta época, prácticamente, un carácter nacional e internacional debido a que pocas diócesis, incluyendo la de Bogotá, tenían suficientes vocaciones como para tener funcionando un seminario propio. De este modo, en un momento determinado el Seminario de Bogotá se vio enriquecido, no sólo por formadores de otras naciones, sino por alumnos de casi todo el país. En efecto, durante casi tres décadas, 1965 - 1985, tuvo el Seminario estudiantes de Santander, Boyacá, Cauca, Amazonas, Putumayo, Cundinamarca, Valle, Tolima, Meta y otras regiones de Colombia. Hubo, inclusive, estudiantes de otros países como Venezuela, Perú y algunos venidos de Centroamérica. 

Con la celebración del Vaticano II y con la llegada de los Padres Sulpicianos el Seminario de Bogotá comienza una nueva etapa en su forma de funcionar. El internado riguroso da lugar a un estilo de formación que desea tener un mayor contacto con la sociedad a la cual van a servir después los sacerdotes allí formados. La inquietud por lo social se hace más evidente en toda la comunidad formativa. La dirección del Seminario adquiere un carácter más colegial, aunque siempre con la figura del rector como directo responsable de toda la formación. Este estilo de dirección se conserva hasta la actualidad.

Ha contado el Seminario en los últimos años, además de los sacerdotes del equipo responsable, con numerosos profesores externos, tanto sacerdotes como laicos, expertos en diversas ciencias que hacen parte del pensum de estudios eclesiásticos. En cuanto a los sacerdotes que forman el equipo de dirección del Seminario dos características deben destacarse: todos ellos hacen parte del clero de Bogotá y la mayoría de ellos ha adelantado estudios de especialización en universidades europeas, particularmente en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, regentada por los Padres de la Compañía de Jesús.


Muchas son las personas que han pasado por el Seminario de Bogotá. Un buen número de ellas ha llegado a la ordenación sacerdotal y otros han desarrollado después una vida laical comprometida y seria en la sociedad colombiana. No pocos de los sacerdotes egresados del Seminario han sido elegidos años después al ministerio episcopal para servir en diversos lugares de Colombia. Y entre ellos, cuatro han sido creados cardenales de la Iglesia, a saber: Monseñor Crisanto Luque Sánchez, Monseñor Luis Concha Córdoba, Monseñor Alfonso López Trujillo yMonseñor Mario Revollo Bravo. Con excepción del cardenal López, lo otros tres fueron también arzobispos de Bogotá. Entre los sacerdotes ordenados en este Seminario Mons. Ismael Perdomoy que recibieron el episcopado en este siglo recordamos los siguientes: Ismael Perdomo Borrero, Emilio de Brigard Ortiz, Pablo Correa León, Alfredo Rubio Díaz, Gabriel Montalvo Higuera, Joaquín García Ordoñez, Alberto Uribe Urdaneta, José Gabriel Calderón, Héctor Rueda Hernández, José de Jesús Pimiento Rodríguez, Ciro Gómez, Jorge Ardila Serrano, Víctor López Forero, Gabriel Romero Franco, Héctor Gutiérrez Pabón, Fabio Suescún Mutis, Alvaro Ortiz Carrillo, Enrique Sarmiento Angulo, Octavio Ruiz Arenas, Fernando Sabogal Viana, Jaime Prieto Amaya, Daniel Caro Borda, Héctor Cubillos Peña, Óscar Urbina Ortega, José Roberto Ospina Leongómez, Francisco Antonio Nieto Súa, José Daniel Falla Robles.

La rectoría del Seminario ha sido ocupada en el siglo XX por los siguientes sacerdotes: Manuel María Camargo (1895 - 1912), José Eusebio Díaz (1913 -1919), Emilio Valenzuela (1920-1935), José Manuel Díaz (1935-1950), obispo Jesús Martínez Vargas (1951-1952), obispo Alfredo Rubio Díaz (1953), Carlos Bermúdez Ortega (1953-1960), Alfredo Morin,s.s. (1961-1966), Gerardo Yelle,s.s. (1967), Rodrigo Arango Velásquez, s.s.(1968-1974), Alfredo Botero Maya, s.s. (1975-1980), obispo Gabriel Romero Franco (1980-1986), Oscar Urbina Ortega (1986-1994), Héctor Cubillos Peña (1994-1996), Jesús María Rincón Rojas (1996-2000), José Roberto Ospina Leongómez (2001-2006), Luis Augusto Campos Flórez (2006- 2010), Germán Medina Acosta (2010- ). En esta lista se destaca el hecho de que en tres ocasiones el Seminario hubiera tenido como rectores a tres obispos. El Seminario de Bogotá, después del Concilio Vaticano II, además de haber sido casa de formación para alumnos de otras iglesias particulares, también ha sido centro de estudios para numerosas comunidades religiosas, las cuales, por muchos años han enviado a sus aspirantes a recibir la formación académica en esta institución. De igual manera han sido alumnos de esta casa los seminaristas que se preparan para servir en las Fuerzas Militares y de Policía, como miembros del Obispado Castrense de Colombia. El Seminario Menor, que venía funcionando desde 1928, fue suprimido en el año 1995.


FACTORES MÁS INFLUYENTES EN LA HISTORIA DEL SEMINARIO


La historia del Seminario Conciliar de San José de la Arquidiócesis de Bogotá ha estado llena de vicisitudes y de alguna manera resulta ser un reflejo de la historia de la misma Iglesia en el territorio colombiano. Muchos factores han marcado esta historia. Se pueden mencionar algunos más destacados. 

La temprana fundación del Seminario con relación al Concilio de Trento deja ver la profunda comunión que desde los inicios de la llegada de los españoles al territorio colombiano ha tenido esta Iglesia con la Santa Sede. Durante más de cuatro siglos los prelados de la Iglesia de Bogotá han luchado por mantener una clara adhesión y fidelidad al sucesor de Pedro en medio de circunstancias locales muy variables y en ocasiones muy adversas. De ahí las no pocas interrupciones que ha tenido la vida del mismo Seminario. Si en la época del dominio español la Iglesia estaba sujeta al Patronato Regio, es decir, a tener que contar obligatoriamente con el poder temporal para su propio desempeño y gobierno, las cosas no fueron muy diferentes hasta bien entrado el siglo XX, aunque esto se sintió con especial fuerza durante casi todo el siglo XIX. Los gobiernos de la naciente República de Colombia se negaron a dar total autonomía a la Iglesia colombiana, lo cual generó conflictos muy agudos que se tradujeron en numerosos destierros de arzobispos y obispos y, a nivel del Seminario, en sus continuos cierres o fusiones con el colegio de San Bartolomé. El Seminario fue cerrado en varias ocasiones por el mismo gobierno nacional, el cual aducía bien razones de tipo ideológico, o bien, necesidad de los bienes del mismo Seminario, generalmente su edificio o local, para atender asuntos de las innumerables guerras civiles que han marcado la historia de los colombianos.

Pero más allá de lo que pueda aparecer como negativo en la historia del Seminario Conciliar, la razón por la cual ha podido perdurar a través de los siglos ha sido, sin duda, la preocupación de primerísimo orden que ha representado para todos aquellos prelados que han sido arzobispos de Bogotá. Para iniciar el siglo XXI, el Seminario de Bogotá se presenta como una institución con una larga y respetable tradición que le ha significado un puesto muy destacado dentro de la Iglesia colombiana y en el contexto de toda la nación. El año 2000 encuentra al Seminario de Bogotá con 420 años de historia pues fue fundado en 1580.

Bibliografía sobre el Seminario de Bogotá

RESTREPO POSADA, José. El Seminario Conciliar de Bogotá. Editorial Centro S.A.Bogotá. 1940.
MANTILLA, Luis Carlos. O.F.M. Historia de la Arquidiócesis de Bogotá. Arquidiócesis de Bogotá. 1994.
JARAMILLO MEJÍA, William (Director de la Investigación). Real Colegio Mayor y Seminario de San Bartolomé. Instituto Colombiano de Cultura Hispánica. Editorial ABC Ltda. Bogotá. 1996.
AA. VV. Cuarto Centenario del Seminario Conciliar de Bogotá. 1581-1981. Revista La Iglesia. Número extraordinario. Multigráficas Ltda. Bogotá. 1987

Fuente: sameImage