Jubileos Sacerdotales 2017
La Arquidiócesis de Bogotá realizó la celebración anual de los jubileos sacerdotales
El pasado jueves 12 de octubre la arquidiócesis de Bogotá realizó la celebración anual de los jubileos sacerdotales. Ministros de Dios que llegan a 60, 50 y 25 años de servicio pastoral, entre ellos el arzobispo primado, Rubén Salazar Gómez, el obispo de Soacha Daniel Falla Robles y el obispo auxiliar de Bogotá Luis Manuel Alí Herrera, amén de otros 27 sacerdotes, tanto del clero de Bogotá como de las comunidades religiosas que trabajan en esta arquidiócesis. Las ocupaciones que a lo largo de tantos años han tenido sacerdotes y obispos son una muestra de la riqueza del ministerio sacerdotal y episcopal. Parroquias, colegios, diócesis, universidades, hospitales, barrios y muchas otras instancias de la vida de la sociedad se han visto servidas por estos obispos y sacerdotes ahora justamente homenajeados.
La vida sacerdotal, un regalo maravilloso de Dios a su Iglesia, transcurre incesante y discretamente, en el tiempo y en las comunidades. Para quien ha sido llamado a esta vida dedicada a los menesteres queridos por Dios, las tareas son siempre muchas, lo mismo que las alegrías que depara. No menos son los momentos de dificultad propios de la vida profética, pero siempre llega la gracia necesaria para cada instante y ocasión. Cada sacerdote y cada obispo le imprimen al ministerio su propio estilo y le aplican los carismas recibidos y así se construye día a día la vida de la Iglesia. Dios regala a su pueblo ilustres predicadores, santos confesores, educadores de gran calidad, párrocos abnegados, obispos de todas las horas, capellanes celosos y, en general, pastores que cuiden sus ovejas con diligencia y total entrega.
La arquidiócesis de Bogotá tiene una historia larga y digna de ser contada de su clero. Es una biografía que, en buena parte, tiene su origen en el Seminario Conciliar de San José, fundado hace 436 años, siendo unos de los primeros de las Américas. En él se ha formado un número importante de los obispos que están y han estado al frente de las diferentes diócesis del país y también prestando servicios más allá de nuestras fronteras. Es un clero que ha abanderado la fundación de las más de 400 parroquias que ahora tiene la ciudad capital, hoy servida por cuatro jurisdicciones eclesiásticas. Un clero que ha promovido importantes obras de caridad, educación, acción social y, como es usual en la vida sacerdotal, ha realizado miles de acciones silenciosas en bien de las personas, pero que solo ellas conocen y Dios aprecia.
Alguna persona comentaba recientemente, al regresar de otro lugar diferente a la ciudad capital: “me gusta de Bogotá el que tiene una Iglesia seria”. Traslademos hoy este elogio a los sacerdotes y obispos que serán reconocidos en sus muchos años de servicio a Dios en las personas. La misión de hablar en nombre de Dios, de apacentar las almas, de hacer viva la caridad y la misericordia, es una misión supremamente delicada y requiere, desde luego, una gran seriedad en sus operarios. No de otra manera se explica el fervor multitudinario que acogió al papa Francisco. Detrás de estas muchedumbres está el trabajo silencioso y nunca interrumpido de un clero que vive feliz en su misión, que tiene toda la disponibilidad para que no falte en la ciudad el heraldo del Señor y que goza de una acogida muy calurosa y llena de cariño en las comunidades locales de la ciudad. Auguramos a quienes serán celebrados muchos años más de entrega generosa a Dios Nuestro Señor y al pueblo que les ha sido confiado. “El Señor es el lote de mi heredad” es lo que refleja la vida de estos buenos obispos y buenos curas. ¡Felicitaciones!